miércoles, 24 de febrero de 2010

MANIFESTACIONES DE LA AUTOCONCIENCIA DE ESCRITURA EN LA NOVELA "LA OTRA SELVA"

POR:Yuli Paola Romero y Angélica Estrada
Licenciadas en Lengua Castellana

La otra selva es una novela que expone abiertamente su condición como artefacto de ficción. En este sentido, desde las primeras páginas el texto literario presenta el ejercicio de la Autoconciencia Narrativa. A través de este recurso metaficcional la obra tematiza y revela una reflexión profunda sobre el sentido de la escritura literaria, las inquietudes, temores, obsesiones, insatisfacciones y dificultades que enfrentan los escritores durante su proceso creativo.

La Autorreflexividad Literaria es asumida en la obra por cuatro voces narrativas que se alternan continuamente: El narrador espía, José Eustasio Rivera, Alicia y Claire Weingest. De este modo, encontramos personajes que a la vez participan como narradores de su propio relato, acompañado de comentarios sobre las circunstancias que rodean el desarrollo de su invención. Así, novelas metaficcionales como La otra selva se alejan de la noción de un narrador omnisciente para dar paso a una estructura dialógica en donde intervienen una variedad de narradores-escritores, quienes ponen a funcionar la conciencia, de modo que se genera un “giro de la narrativa hacia la introspección: la acción se concentra en la conciencia del protagonista, una conciencia que ahora puede incluir la conciencia misma de la ficción” .

Es precisamente desde la configuración de un discurso ficcional polifónico, y aprovechando elementos del género policíaco que se logra reconstruir o armar el rompecabezas, sobre los últimos días de vida del poeta colombiano José Eustasio Rivera en la ciudad de Nueva York y los extraños acontecimientos que precedieron su muerte inesperada vinculada con la composición de su novela La Mancha Negra, en la que denuncia la corrupción ejercida por algunos políticos colombianos residentes en los Estados Unidos. Cabe indicar, que gracias a las técnicas como las cajas chinas, la fragmentación y la proliferación de voces, se acentúa la Autorreflexividad de la novela. Así mismo, estas técnicas “brindan, una dimensión distinta y por tanto un elemento lúdico que se verá reflejado en el lector como creador” , quien es el testigo de cómo todas las voces narrativas son conscientes de su trabajo creativo y de esta forma presencia la fabricación del artefacto de ficción. Para Domingo Ródenas, en las producciones metaficcionales, el lector se encuentra con una expansión textual de la función comentativa del narrador, que puede “explayarse en disquisiciones ensayísticas sobre el arte de novelar o de escribir” . En cualquiera de estos casos el texto novelístico, pone de manifiesto su naturaleza artificiosa y el hecho de haber sido construida con palabras y mediante una serie de estrategias narrativas.

Lo anterior se observa en La otra selva, en la que se explicitan comentarios en torno al género policíaco, la configuración de personajes y en general sobre el significado de la escritura en la vida de sus narradores. El resultado no podría ser otro que llamar la atención del lector sobre su condición de obra de ficción y permitir que este tenga la función de narratario-creador, es decir, debe participar en la construcción y reconstrucción de la novela. Algunas muestras de esta función autoconsciente se ven cuando el narrador espía se dirige al lector:


…Pero, te lo repito de nuevo, querido lector: ser el espectador de las pequeñas miserias de los demás; ser espectador, incluso, de sus grandes goces, no es nada fácil: acabas metido en sus carnes, en sus miedos, en sus temores, en sus tics; acabas siendo uno de ellos y, entonces, todo estará perdido para ti .


El anterior párrafo es rico en fenómenos metaficcionales. En primer lugar, se observa perfectamente que el detective es un narrador dramatizado, quien constantemente le recuerda al lector que está presentando un trabajo ficcional. En esta interacción, el sujeto narrativo busca la colaboración y complicidad de un destinatario que no solo debe abordar la obra con una curiosidad parecida a la detectivesca, sino también y sobre todo debe penetrar en el mundo de esos seres imaginarios que se fabrican y que invaden la novela. Cabe afirmar entonces, que La otra selva invita al lector a concebir su lectura “como un compromiso creativo, como un espacio de participación y juego” , donde es posible conocer y vivir con los personajes, sus incertidumbres, derrotas, ambigüedades, cuestionamientos en torno a su existencia y al acto de crear otras realidades.

La obra nos presenta personajes derrotados que no lograron concretar sus proyectos de vida, y lo único que les queda para alivianar el peso de sus fracasos es refugiarse en la escritura. De esta forma, la palabra escrita se convierte en un elemento catártico y en el sentido de su existir. En ocasiones el espía revela y reconoce que la escritura lo ha salvado de los fantasmas del pasado. La escritura es “la última posibilidad para no morir del todo” .

Hay que señalar que en La otra selva, el énfasis de la Autoconciencia de Escritura recae en el narrador-espía, quien en la soledad de una habitación del Progress Hotel, recrea los hechos ocurridos en el año de 1928, época en el que fue contratado por Lesmes y otros políticos colombianos para perseguir y robar la novela La mancha negra que supuestamente escribió José Eustasio Rivera: “Ahora desde este momento en el Café Imperial, debía convertirse en un perseguidor de las historias de otro, en un cazador de palabras, en un espía a sueldo que debía robar lo que otro escribía” . En este mismo año ocurre la muerte del poeta, causada según las deducciones del espía, por una sobredosis de escopolamina. Las palabras cobran vida cuando el narrador-detective decide novelar estos acontecimientos y reconstruir la historia del crimen del poeta colombiano.

La tarea creativa del espía consiste en “La transformación de aquel material suministrado por su propia memoria en ese mundo objetivo hecho de palabras, que es una novela” . Es por eso que este narrador procesa y manipula sus recuerdos, vivencias y materiales biográficos sobre el poeta Rivera para forjar temáticamente y estructuralmente una pieza literaria que alcanza su autonomía total para “lograr entonces seducir a sus lectores y hacerles creer lo que les cuenta” .

Inevitablemente el espía a sueldo termina atrapado en esa otra selva creada de palabras. Fue la palabra escrita que lo llevó a “descifrar un relato que lo unió a la vida de otro hombre y lo llevó a escribir su propia versión de lo ocurrido” . Es entonces, cuando el narrador-detective siente que a través de la escritura puede crear otra realidad sobre la muerte de José Eustasio Rivera con quien compartió una relación de amistad y complicidad, y de igual modo puede modificar progresivamente los escritos del poeta, el destino de personajes como Arrieta y Alicia. En última instancia, y como lo explica Antonio Sobejano, los narradores que intervienen en las novelas metaficcionales terminan escribiendo “un texto creativo autónomo” . Dicha característica se ilustra en La otra selva cuando el narrador-espía reflexiona explícitamente sobre la escritura literaria:


Pensé: tú eres el escritor, tú manejas a los personajes, tú los haces entrar, salir, quedarse en silencio, confesar sus más oscuros propósitos. Tú no tienes por qué dejarte imponer el ritmo de los acontecimientos. Poco a poco siguiendo siempre las reglas de la tensión y el suspenso, debes ir entregando el material que ellos desean.


Creemos entonces que el detective cumple con una de las tareas del artista que según Mijail Bajtín es “Encontrar un enfoque esencial de la vida desde el exterior y crear una visión del mundo absolutamente nueva” . El narrador-espía lo logra proponiendo la construcción del universo ficticio, en el que están presentes elementos del género policíaco y Rivera como protagonista de su historia.

En La otra selva se presenta la relación directa que mantiene el narrador-espía con José Eustasio en Nueva york. A partir se su acercamiento con el escritor huilense, el espía va recreando y reconstruyendo las vivencias de Rivera en la urbe norteamericana; de ahí que él termina siendo un ser ficticio moldeado y matizado según los deseos y desvaríos imaginativos del detective que juega a inventar hechos desconocidos de la existencia del poeta, así como proponer nuevos rumbos de La mancha negra y La vorágine. Sin proponérselo el espía termina involucrado en esa novela negra que él mismo elabora. Así se lo hacer saber a los lectores: “Acabas metido en sus carnes…acabas siendo uno de ellos”, acaba siendo un ser imaginario.

Preocupado por la organización del relato, el espía se pregunta y expone algunos matices y procedimientos narrativos que le proporcionen a su obra una dimensión policíaca; por ejemplo, la investigación centrada no en la resolución del crimen de Rivera, sino en esa supuesta obra escrita por él, la escenificación o ambientación de espacios amplios y reducidos donde ocurren los hechos; las acciones y situaciones como la vigilancia y persecución al escritor colombiano, entre otros. En definitiva, en la voz del detective recae la presencia de comentarios autoconscientes sobre la narración policíaca. Al respecto, Hubert Pöppel nos aclara que uno de los rasgos de la novela policíaca contemporánea, es “el hecho de implementar gran variedad de mecanismos como la autorreflexividad y abordar como tema la escritura: en el caso extremo, o sea, la novela reflexiona constantemente sobre su constitución de ser texto literario y pertenecer o no al género policíaco” . Tal característica está presente en La otra selva de la siguiente manera:


Si quisiera seguir la línea de mi relato, la calle en que vivía el poeta debería poseer grandes árboles, adoquines lustrosos que brillaran bajo la luz de la luna o al impulso de la lluvia que caería en cualquier momento a la calle, además, debería permanecer solitario –sin molestos niños jugando en las aceras-: así, mi tarea estaría a la altura de las más estrictas exigencias del género” .


La función de este narrador como detective privado quedará relegada a un segundo plano, y él reconoce que su labor es ahora aventurarse a escribir una narración policíaca. De hecho y como lo indica Hubert Pöppel, en las novelas policíacas metaficcionales la reflexión sobre el acto de escribir “obtiene una importancia igual o mayor que la investigación” ; por tanto la investigación literaria que realiza el espía sobre la novela que estaría redactando José Eustasio Rivera, sirve como pretexto para empezar su trabajo creador. En sus reflexiones comenta que la forma policíaca ha sido el modelo idóneo para desarrollar su relato, y subraya algunas de las dificultades que enfrenta para materializarlo en hilos narrativos, en un tejido textual.

Dominado por la fuerza de la palabra literaria y el deseo de crear su novela, el narrador-espía anula y rechaza la idea de redactar documentos detallados sobre la rutina diaria del poeta. Esto se pone de manifiesto cuando recibe un trabajo elaborado por un profesor universitario quien analiza los personajes de La vorágine y a su autor desde un enfoque psicológico. Poco a poco el detective demuestra que ya no le interesa ser fiel a los hechos ocurridos, ya no interesa el estudio literario y el discurso histórico, ahora, importa insertarse en el plano de la ficción, interesa el placer que le produce jugar con el lenguaje, de hacer aflorar imágenes, “de echar a andar la máquina de la imaginación” .

En uno de sus comentarios reflexivos sobre su labor como escritor, este narrador indica que nutre su imaginación creadora con algunos hechos relacionados con su trabajo de espionaje, por ejemplo, la forma como se acercó y ganó la confianza de Rivera, se hizo su amigo, los sueños que compartieron sobre cómo llevar La Vorágine al cine, los motivos por los cuales se puso de su lado y la manera como reemplazó la novela del poeta por sus propios escritos para salvarle la vida. Pero desafortunadamente fracasa en su proyecto.

La solidaridad del espía con el poeta colombiano trasciende tanto, que como lo menciona, escribe trozos enteros de la obra titulada La mancha negra y de esta forma usurpa su lugar. Antonio Sobejano se refiere en este caso a las “Violaciones de Niveles Ontológicos”; el crítico español señala que este tipo de violación “ocurre cuando el autor o un ser perteneciente de la realidad empírica –el narrador o un personaje- traspasan los límites asignados en su nivel ontológico y se internan en otro plano de la realidad que no es el suyo” . Este recurso metaficcional, puede verse en “la representación que hace un personaje de un papel que no es el suyo, invistiendo su persona con los atributos de otro personaje” . El detective lo hace saber explícitamente:

El lector avisado podría suponer que Lesmes, el despreciable Lesmes, no es más que otra invención mía: así como me atreví a inventar trozos enteros de la novela que Rivera estaría escribiendo para poner en la picota a los prohombres de la patria, así como le vendí a mis patrones la idea de que las páginas que ellos recibían habían sido reemplazadas en los legajos del poeta por algunas de mi propia creación ¿no sería apenas lógico el que creara personajes que solo habrían existido en mi malsana imaginación? .

Estamos ante otra manifestación metaficcional que ilustra cómo el narrador-espía lleva a cabo una reinvención literaria de La vorágine. A este procedimiento, Jaime Alejandro Rodríguez lo denomina Trans-creación, entendida como “la facultad para producir un texto nuevo a partir de la lectura de un texto anterior que es modificado creativamente” . La incorporación paralela de algunos manuscritos literarios relacionados con una posible continuación de la obra de Rivera, y que son producto de la capacidad inventiva del detective, también viene acompañada de comentarios reflexivos, desde ahí se confirma que la historia de Alicia (personaje principal de La vorágine) está ya en marcha.

Para el narrador-espía, ser el continuador de las historias de otro, le brinda satisfacción y placer. Ese placer por la reescritura genera además la posibilidad de arruinar y burlarse de los planes de sus patrones, quienes desean acallar la voz crítica de Rivera. Así mismo, asistimos a un juego literario y de inteligencia para obtener la verosimilitud (requerida en toda novela) para lograr engañarlos:

…la mera posibilidad de que mis poderosos patrones pudieran ocuparse por los informes que yo les estaba preparando, me llenó de una perversa alegría: Ahora no seré tan sólo, su servidor –me dije- ahora ellos también estarán en mis manos; ahora les arruinaré sus noches con la horrible preocupación de que los escritos del poetica colombiano ése les puede dañar su magnífico pastel, su mejor inversión de los últimos años .


En sus reflexiones autoconscientes, este narrador asume una posición crítica frente a sus creaciones literarias, los textos novelísticos del poeta y los intentos fallidos de escritura artística de Manuel Lesmes. El espía así lo señala: “Lesmes tenía una gran, inmensa sucia novela en la cabeza. Solo que él nunca habría podido escribirla: su sintaxis la hubiera hecho ininteligible para cualquier ser humano capaz de leer en español” . Esta valoración realizada por el espía puede considerarse otro elemento metaficcional presente en La otra selva al incluir comentarios que se acercan a la crítica literaria.

En otro orden de ideas, el detective nos lleva a descubrir que la novela que él escribe la estamos leyendo nosotros (los lectores). De esta manera, se presenta el fenómeno metaficcional de “la doble productividad” , es decir, la integración y presentación de dos procesos: la escritura del texto literario y simultáneamente su lectura; además, se propone dentro de la misma obra mostrar que la creación literaria es un trabajo de investigación, reflexión, evaluación constante y ardua. A pesar del esfuerzo y de entregar su vida a la elaboración de la obra, el narrador-espía presiente que tal vez no la leerá nadie, pero sin importarle el destino de su novela, él reconoce que culminarla es una forma simbólica de liberarse de “las presencias que han estado atormentándome todos estos años” .

La Autoconciencia Narrativa también se revela a través de la existencia de la voz del poeta Rivera en la ficción. Viendo que no lograría realizar sus proyectos futuros (traducir al inglés La Vorágine y llevarla al cine), el escritor se entrega a la creación y hace saber la insatisfacción que le producen algunos de sus personajes.

La vida y muerte de esos seres imaginarios, “de rostros que entran y salen de la escena como los personajes de una inmensa obra de teatro” , dependen de su creador: es él quien tiene en sus manos su destino y quien los pone a jugar según sus reglas. Así se lo hace saber Rivera a personajes como Arrieta: “ya hay suficiente de ti en estos siete capítulos, ya te puedo dejar tranquilo, en tu lecho de derrota y humillación…Allí seguirás porque prefiero regresar al lugar en donde están mis verdaderos compañeros de aventuras.” Sin embargo, en ocasiones Rivera no puede tener el control definitivo y total sobre su propia escritura, porque como creador no es ajeno a esa sensación de estar al servicio de sus propias invenciones.

A medida que el poeta colombiano avanza en sus reflexiones, pone al descubierto la construcción física, psicológica, social e ideológica de su personaje Carlos Arrieta, de tal manera que su creador lo moldea según sus propósitos y deseos. En este sentido y retomando algunos planteamientos de Mijail Bajtín sobre las implicaciones de “Autor y personaje en la actividad estética” se puede afirmar que en la novela “el autor es el que da tono a todo detalle de su personaje, a cualquier rasgo suyo, a todo suceso de su vida, a todo acto suyo, a sus pensamientos; sentimientos” .

La actitud de Rivera frente a sus personajes es la manera como desahoga su rabia y desprecio hacia los políticos corruptos, quienes han logrado el descalabro social y político de la nación. Arrieta sería entonces el reflejo de esa realidad colombiana que el escritor quiere denunciar a través de la ficción. Sumado a esta intención, el narrador nos muestra la exploración de otras facetas, conflictos y ambigüedades que rodean el interior de un hombre como Carlos Arrieta. En la misma línea de la Autoconciencia, se aprecian las conflictivas relaciones entre creador y sus personajes. Con ellos se convive, se confrontan pensamientos y sentimientos al extremo de llegar a odiarlos o amarlos tanto, que el sentido de la vida de sus creadores depende de esos seres ficticios.

Cabe destacar que Rivera ofrece una fuerte dosis de comentarios autoconscientes, en el que refleja su obstinación como un creador que siente que a través de la escritura literaria puede denunciar la corrupción y la doble moral de algunos dirigentes del país; esto se lo hace saber al narrador- espía: “mi querido amigo, hay gente que le teme a la literatura cuando esta se atreve a decir la verdad” . En este sentido, por medio de la palabra escrita se filtra la conciencia del poeta colombiano. Una conciencia crítica, reformista y cuestionadora frente a la realidad social y política colombiana.

Sacando provecho a su aislamiento y como el más consumado de los artistas, Rivera se declara prisionero y esclavo de sus personajes, tanto así que ellos hablan a través de su voz: “…allí está mi destino: sin ellos no puedo seguir viviendo, sin mi estarán muertos para siempre. ¡Ah! ¿Es Alicia? ¿Quieres hablar a través de mí? Si, hazlo, continúa con tu voz, si, con tu voz. Yo solo escribiré, yo solo seré un mero vehículo de tu palabra, de tu mirada, de tu sentir…Ahora seré tu esclavo Alicia, ahora tan solo escribiré para ti” .

Obediente al llamado de su creador, y como si él fuera un instrumento para que su voz sea escuchada, Alicia se prepara para emprender una nueva aventura por la otra selva; la de la palabra escrita: “Hoy, por fin, decidí comenzar a escribir. Lo hago por las noches cuando los otros duermen y los ojos de Arturo no me pueden mirar con esa intensidad demente de los últimos días…” . Alicia hace saber el temor y miedo que todos experimentamos cuando por primera vez nos enfrentamos a la hoja en blanco pero consciente de su falta de experiencia en el ejercicio escritural, la narradora-personaje manifiesta los problemas y dificultades que enfrenta para realizar su narración. Sin embargo, desarrolla un texto íntimo y fluido en el que da a conocer su sentir como mujer, madre y autora de su propia historia, siendo así como genera catarsis. Sumado a estos elementos, se observa, la evolución y madurez adquirida por Alicia quien reflexiona en torno a los momentos duros sobrellevados en la selva colombiana y que han hecho de ella un ser humano fuerte y autónomo.

Un cuarto hilo narrativo que se deja atrapar en las mallas de la escritura es el de Miss Claire Weingest. Por medio de la palabra ella trata de recuperar su efímera historia de amor con el poeta colombiano. Es fundamental reflexionar en torno a cómo esta narradora termina alimentándose de sus vivencias y recuerdos para elaborar un texto que progresivamente se va acercando a lo literario. Muchas veces, señala Vargas Llosa, “el novelista está escarbando en su propia experiencia para inventar sus historias” . Lo anterior se aprecia con Claire, quien va moldeando y forjando su relato a partir del material que le suministran ciertos hechos y personas que marcaron su existencia:

… y sentada en el banco frente a Hudson, no sabes si él hizo realmente esa pregunta o si tú te las estás imaginando para hacer más fácil la narración, para aligerar tu tarea para no sentirte inferior a la historia que pretendes contar. Esa historia que te ha perseguido desde esa lejana tarde de mayo de 1928.


Con Miss Claire Weingest el ejercicio de la escritura, que se torna a veces nostálgico, se mezcla con el ejercicio de la memoria. No obstante su memoria la traiciona en el propósito de construir su relato: “Hay detalles físicos que te confunden, que te hacen dudar: ahora tus manos no son como tu crees que fueron las tuyas en aquellos días” . Derrotada por la vejez y la soledad, la traductora de Rivera enfrenta una última batalla con su memoria, con los recuerdos que no regresan nítidamente a su presente, resumido en horas dedicadas a la escritura de líneas incompletas.

En la puesta en práctica de sus reflexiones y en el desarrollo de su relato, Claire Weingest está escribiendo “La ficción de su vida y escribiéndose una vida en la ficción” ; en su narración se generan temas recurrentes, relacionados con la traducción fallida al inglés de la novela La vorágine, la desdicha de no haber compartido más tiempo con el poeta y finalmente su fracaso amoroso con él. En definitiva, en el texto de Miss Claire Weingest se destaca cómo “el tiempo de la escritura se desdobla en el rescate de un pasado que se recuerda y recrea en la imaginación” .

La escritura funciona como un espejo, así lo asume la traductora de Rivera. Ella desea mirarse y reflejarse a sí misma a través de su narración, en este acto de autoflagelación y autocontemplación, finalmente se impone el paso de los años y la imagen de una anciana que debe refugiarse en el recuerdo para darle algo de sentido a sus últimos días de vida.

Frente a esta gama de discursos autoconscientes que ofrece La otra selva, es necesario señalar tres conclusiones, producto del anterior análisis. La primera es que las Manifestaciones de la Autoconciencia Narrativa asumida por los cuatro narradores-personajes, demuestra que crear y escribir es un acto problemático y como tal, asedian miedos, incertidumbres, ambigüedades y cuestionamientos. Al plantear como preocupación central la reflexión en torno a la escritura, a través de elementos característicos del género policíaco, se puede decir que La otra selva se ubica dentro de las nuevas propuestas escriturales de novela policíaca colombiana que han implementado mecanismos narrativos y temáticos novedosos “(como la cuestión política, sociológica, psicológica y metaficcional)” , alejándose del esquema policial clásico que se orienta al enigma de un crimen resuelto finalmente por un detective. A su vez, La otra selva propone otra manera de concebir la lectura de la narrativa policíaca, en tanto que establece nexos con sus destinatarios por medio de la incorporación de comentarios autoconscientes.

Finalmente, tenemos varios mundos ficcionales en los cuales se despliega la Autoconciencia de Escritura. Por tanto, La otra selva nos transmite una visión de mundo: es la necesidad que tiene el ser humano de vivir cerca de la literatura, es la aventura de la creación, de la palabra escrita como posibilidad de refugio, catarsis, autoflagelación y liberación. También es un reconocimiento a la labor creativa de los autores, quienes se pierden en esas selvas inhóspitas de la imaginación y la escritura artística.

martes, 23 de febrero de 2010

EL DIÁLOGO INTERTEXTUAL CON LA BIOGRAFÍA Y OBRA DE JOSÉ EUSTASIO RIVERA Y LOS PLANTEAMIENTOS DE RELACIONES HIPERTEXTUALES PRESENTES EN LA OTRA SELVA

Por: Yuli Romero y Angélica Estrada


La otra selva es un texto novelístico que se destaca por el diálogo intertextual con La vorágine y la biografía de su autor José Eustasio Rivera. De igual forma, la novela de Boris Salazar establece relaciones de hipertextualidad que no solo están dadas entre obras literarias sino también con los textos biográficos que se han escrito sobre el poeta colombiano y con el género policíaco.

Desde esta perspectiva podemos asegurar que La otra selva se asume como palimpsesto, en tanto que es “un manuscrito literario que conserva huellas de otra escritura anterior” ; de ahí que el lector debe apelar a sus conocimientos enciclopédicos y literarios para encontrar sentidos e interpretar el entramado textual de la novela de Boris Salazar quien reaviva la imagen del escritor Rivera y valoriza una vez más la producción novelística del autor colombiano.

Para entender cómo funcionan dichos procedimientos en La otra selva, se hace necesario acudir a la teoría expuesta por Gerard Genette en su libro Palimpsestos. La literatura en segundo grado en el que se considera la intertextualidad y la hipertextualidad como tipos de trascendencia textual, esto es, “todo lo que pone el texto en relación, manifiesta o secreta con otros textos” . Al tener en cuenta esta consideración, nuestro objetivo en este capítulo es el estudio de estos dos aspectos transtextuales que ayudan a configurar la novela de Salazar como palimpsesto.

Cabe señalar que se ha decidido organizar el siguiente capítulo así: en primer lugar, se analiza el diálogo intertextual que entabla la novela con la biografía de José Eustasio Rivera, lo que nos llevó a indagar en textos biográficos, como es el caso de Horizonte humano, de Eduardo Neale Silva. Seguidamente se estudia la relación intertextual con La vorágine. En un segundo momento se busca dar cuenta de los planteamientos de las relaciones hipertextuales.


6.7.1 Intertextualidad con la biografía de José Eustasio Rivera: Teniendo en cuenta que la intertextualidad no sólo se da entre novelas, sino que se extiende y se amplía al retomar sucesos reales de la biografía del poeta, que tienen una vital importancia para el desarrollo de la trama de la que se compone la obra literaria en cuestión, es relevante estudiar algunos de los elementos que darán sentido a este análisis. Cabe anotar que para explorar las relaciones que se dan entre La otra selva y la biografía del poeta colombiano fue preciso abordar las lecturas de algunos textos biográficos, como es el caso de Horizonte humano, de Eduardo Neale Silva, quien profundiza en el ciclo vital de José Eustasio Rivera.

Teniendo como referente la investigación de Neale Silva se detectó que uno de los primeros elementos intertextuales que plantea la novela de Salazar con la biografía del poeta se da al retomar el viaje que realizó José Eustasio Rivera a Nueva York en 1928, pues la obra se desarrolla desde este contexto. Así mismo La otra selva alude a las motivaciones que llevaron al escritor a realizar su travesía por la urbe norteamericana, porque más que una aventura, se trataba de una prioridad para él, el poder estar allí y ejecutar sus planes. En primera medida la traducción de La vorágine al inglés, luego su sueño de llevarla al cine y como último ejercicio escribir su segunda novela relacionada con la denuncia de los actos corruptos ejercidos en torno a las negociaciones petroleras en Colombia.

Es importante resaltar que también en La otra selva se hace referencia a la segunda obra literaria que se proponía escribir José Eustasio, con relación a ciertos escándalos de reconocidos políticos del país, y la corrupción que rodeaban sus imágenes. En el texto novelístico de Salazar es significativa la presencia de esa segunda obra de Rivera titulada La mancha negra, porque desde ella, se abordan problemáticas como la corrupción, el abuso de poder, las negociaciones ilícitas con la venta del petróleo de Colombia, la crítica y denuncia sociopolítica. En este sentido se puede decir que a través de La otra selva se continúa con la tarea emprendida por Rivera, quien era consciente de las injusticias que se cometen con el pueblo colombiano.

Sumado a lo dicho, acerca de las relaciones entre la biografía de Rivera y La otra selva, tenemos que comentar cómo además de su viaje a Nueva York y sus motivos, algunos personajes que conoció juegan a la vez un papel importante a la hora de analizar las relaciones de intertextualidad . Entre ellos tenemos a Miss Weingest, quien fue la traductora de Rivera y que en la ficción establece una relación afectiva con el poeta colombiano. También en otros apartados de la misma obra, se logra detectar las primeras relaciones que entablan Rivera y Claire, derivadas de la necesidad del poeta Rivera por aprender inglés para traducir su primera novela (La vorágine) y por sus continuos diálogos en torno a esa obra.

Siguiendo con la misma temática de personajes que traspasan el plano de la realidad para involucrarse en el de la ficción, tenemos a dos más que tienen que ver con las negociaciones no muy transparentes que hacen con el petróleo colombiano, y que de alguna manera cumplen la misma función dentro de la historia de La otra selva, así se cambie una o dos letras de sus nombres originales.

Uno de ellos es el ex ministro colombiano Carlos Adolfo Urueta, quien se vio involucrado en serias acusaciones que le hizo Rivera cuando era el presidente de La Comisión Investigadora de 1925, encargada de esclarecer las verdaderas circunstancias en las que se hicieron las negociaciones petroleras colombianas, con la compañía Andian National Corporation y con su representante el capitán James W. Flanagan. Estos dos personajes son retomados para hacerlos actuar en La otra selva reflejando esa misma imagen corrupta en los cargos políticos asignados.

Neale Silva señala que “a Rivera le gustaba servirse de nombres y apellidos auténticos, combinándolos en tal forma que conserven cierta semejanza con el de sus conocidos” . En La otra selva se sigue dicha estrategia cuando se presentan los nombres de Arrieta y Flanegan como una táctica para referirse a dos enemigos del poeta (Urieta y Flanagan) a quienes conoció durante su puesto político en Colombia y denunció por las negociaciones ilícitas que estaban ejecutando en la nación. En efecto, Rivera es presentado en la novela de Salazar no solo cómo escritor, sino en su calidad de abogado y político al servicio del Estado colombiano. A través de sus funciones como diplomático tuvo la oportunidad de recorrer diversas zonas de la geografía en Colombia que lo llevaron a la misión de investigar la verdadera situación de los trabajadores de las compañías petroleras y caucheras en las regiones del magdalena y en las fronteras con el Perú y Venezuela. La experiencia errante del poeta huilense también tuvo como escenario Nueva York donde conoció de forma directa y a fondo la corrupción de Arrieta y su amigo extranjero.

En Horizonte humano se describe la llegada del escritor huilense a la ciudad de Nueva york, así como necesidad que tuvo por aprender inglés. Estos eventos reales son recreados en el segundo capítulo de La otra selva. Aquí se presenta el arribo de Rivera a un hotel de la urbe norteamericana y tras un breve descanso en su habitación, sale a deambular por las calles de la ciudad y por primera vez se enfrenta con una selva de edificios, con el frenesí y la abrumante vida neoyorkina. Rivera era consiente que para lograr sobrevivir en esa jungla de concreto era indispensable aprender inglés. Por eso el escritor colombiano colocó un anuncio en el periódico ofreciendo hacer un intercambio de clases de castellano por clases de inglés. Es así como entra en escena Claire Weingest, que según Neale Silva, hizo parte de la existencia del poeta: “Mis weigest era lánguida en el manejo de la gramática castellana, José Eustasio Rivera comenzó a enseñársela, mientras él a su turno progresaba en el inglés con el deseo de traducir su propia novela con sus modismos respectivo” .

Con lo anterior se puede afirmar que la obra novelística de Salazar se nutre de personajes y episodios específicos de la biografía de Rivera, Como es el caso de la relación que sostuvo con la traductora y que juega un papel significativo dentro de la trama de La otra selva porque ella es la que conoce las verdaderas motivaciones del poeta huilense para traducir La vorágine, como una estrategia para denunciar y develar en el extranjero la realidad social y política del pueblo esclavizado en las selvas colombianas. Es a través de sus continuos encuentros y diálogos en torno a la historia de Alicia, Cova y los caucheros que Claire y José Eustasio terminan involucrados no solo en una relación amorosa, sino en los planes criminales de clase política residente en Nueva York.

Dentro de la temática de la intertextualidad con la biografía de José Eustasio Rivera, no hay que dejar de lado ni olvidar, el día en que Benjamín Méndez Rey emprende el primer viaje de Nueva York a Bogotá, el cual se convierte en un hecho histórico para la nación colombiana. Este viaje juega un papel importante porque es en donde Rivera envía la última edición de La vorágine y según en La otra selva, en su cubierta también envía a Colombia su obra La mancha negra, de la cual nunca se tuvo noticias. En La otra selva también se menciona el episodio cuando Claire Weingest lee en un periódico donde se referencia el hecho. Finalmente y de igual importancia es el acontecimiento de la repentina y misteriosa muerte del poeta, de la que nunca se tienen muy en claro las circunstancias o motivos de su deceso.

Desde una perspectiva biográfica Neale Silva describe la reunión que se llevó acabo en el hotel Astor de Nueva York donde transcurrió la despedida del aviador colombiano. Días después el poeta se sintió indispuesto y muere en un hospital de Nueva York. En La otra selva el extraño fallecimiento de Rivera es recreado y presentado al final de la novela. Es importante anotar que el encargado de reconstruir los últimos momento de vida el escritor colombiano es el narrador espía quien se opone a las versiones oficiales sobre su deceso, de ahí que él sostenga que Rivera fue envenenado por sus enemigos políticos, “que no querían perdonarle La Vorágine” .

Es importante mencionar que durante la reconstrucción de la historia del crimen de Rivera que se presenta en la novela negra del detective anónimo, se alude a varios episodios de la biografía del escritor huilense; como por ejemplo su encuentro con su viejo amigo Franco Zapata, con quien sostuvo una larga conversación sobre una quinta edición de La vorágine en el exterior, así como la posibilidad de filmar la película sobre la historia de la esclavitud cauchera en las selva colombiana.

Para concluir se puede decir que La otra selva no es un simple acopio de datos biográficos, sino es una construcción novelística que retoma, recrea, reconstruye y establece un diálogo intertextual con la biografía de José Eustasio Rivera para crear un mundo ficticio y una nueva valoración de la existencia de este hito de la literatura colombiana. Así mismo, la novela de Salazar se nutre y configura personajes con identidades reales haciendo que actúen dentro de la ficción, entre los que se destacan Claire Weingest, Arrieta, Flanegan, Franco Zapata y Benjamín Méndez. Desde una perspectiva novelística, Boris Salazar explora en la trayectoria vital de Rivera, siendo de esta forma cómo los lectores pueden conocer, desentrañar y descubrir algunos de sus sueños, aspiraciones, fracasos y las dificultades que tuvo que enfrentar en esa otra selva de acero, que finalmente lo devoró.




6.7.2 Intertextualidad con La vorágine: Ciñéndose a lo que alguna vez escribiera Genette en su obra Palimpsestos referente a la intertextualidad, la define “como una relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, eidéticamente y frecuentemente, como la presencia efectiva de un texto en otro” .

Referente a esto se tiene así tres formas de manifestación de dicha intertextualidad, la alusión, el plagio y la cita. Con referencia a nuestra novela objeto de estudio, observamos que se manifiestan en forma de alusión y de cita, relacionándose en un vínculo estrecho con La vorágine de la manera que a continuación se expone.


6.7.2.1 Intertextualidad en forma de alusión: Genette señala un modo de intertextualidad que se da en una obra “en forma todavía menos explícita y menos literal, la alusión, es decir un enunciado cuya plena comprensión supone la percepción de su relación con otro enunciado al que remite necesariamente tal o cual de sus inflexiones, no perceptible de otro modo” . Así podemos enunciar algunas presencias de La vorágine en La otra selva en forma de alusión.

Una de estas manifestaciones se encuentra en el título de La otra selva, el cual genera múltiples sentidos. Uno de ellos es que éste alude a las vivencias que Rivera encuentra en Nueva York, en aquella selva de concreto, que recién llegado se enfrenta a un mundo totalmente diferente a la vida que él está acostumbrado a llevar en Colombia.

Otra de las probables lecturas del título, es la ofrecida como una posibilidad que tiene el hombre de perderse en ese mundo de la escritura literaria y la imaginación. Todos aquellos caminos en los que es fácil entrar, recorrer, perderse y que originaron gran cantidad de problemas, con relación a los límites que rodean la ficción y la realidad; en personajes como Rivera, que pretende terminar su segunda obra, el espía que suplanta el discurso de Rivera con sus informes, Claire Weingest que quiere que sus recuerdos perduren a través de su escritura y finalmente de Alicia que desea reivindicarse como mujer y como ser humano a través de la bitácora que lleva con los detalles de su viaje.

Una lectura alternativa que nos puede ofrecer el título de la novela objeto de estudio, es aquella que se refiere a la posible continuación de la obra riveriana de La mancha negra o La mancha de aceite, como algunos se atreven a señalar. Aquí se propone como pretexto la narración de los hechos últimos de Rivera en Nueva York, para así darle forma a aquella obra que narra y denuncia los actos punibles y corruptos que llevaron a ciertos políticos a vender los intereses de su patria por algunos pesos o favores que recibieron. Y que de alguna manera, como ocurriera con La vorágine en su época, despertara la gran conmoción que alertó a todo un pueblo sobre los desmanes que se cometían con los caucheros en las selvas colombianas y sus fronteras, y de esta manera abriera una brecha al escarnio público y pusiera en evidencia la verdadera clase de líderes políticos y hombres de poder, que componían y lideraban a su amada Colombia.


La alusión está explícita en La otra selva cuando Rivera reflexiona acerca del último encuentro con Claire Weingest y los temores que lo asaltaban al verse involucrado en una relación afectiva que no quería, pues tenía miedo de repetir la historia de Arturo y Alicia y terminar perdidos en las selvas, al tratar de buscar la felicidad, huyendo de todo lo que les rodeaba y atado a sus pasados. En este apartado el narrador-espía se refiere al temor de Rivera de seguir el mismo camino que emprendió alguna vez Arturo con Alicia: “Temía que él y ella repitieran la historia que había llevado a Arturo y Alicia hacia su desconocido final en algún paraje de la selva amazónica” .

La otra selva se refiere a episodios de La vorágine cuando el poeta huilense y Claire Weingest se encuentran para traducir al inglés la historia ficticia de los caucheros, Arturo Cova y Alicia. Es a través de sus continuas conversaciones sobre La vorágine que Rivera y la traductora terminan descubriendo y comparando su relación y existencia con las desventuras de Cova y su Mujer. Así se evidencia en uno de los diálogos del escritor con Claire, quien le confiesa su temor de que él no volviera porque la traducción de la novela nunca funcionó. En ese instante Rivera la interrumpe para decirle que los encuentros sirvieron para conocerse mejor, tanto que:

Ahora usted ya sabe por qué a un hombre la violencia le puede ganar el corazón y yo sé…
_…cómo una mujer puede perder siempre el corazón…
_ Sí aun la más distante, la más pura…
_…aun Alicia, a pesar de lo que diga Arturo, a quien no siempre le creo.
_ Debo comprenderlo, el pobre Arturo sufrió casi tanto como yo.
_ Dígame algo ¿Su corazón todavía está en juego? ¿O se lo llevó la violencia?

Este diálogo de Rivera con la traductora nos traslada inmediatamente al inicio de La vorágine en el que aparece Arturo Cova, quien va revelando sus pensamientos y se confiesa un hombre poseído por la violencia: “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna jugué mí corazón al azar y me lo ganó la violencia”. Las palabras de Arturo dejan ver cómo se lanzó impulsivamente a una relación sentimental con Alicia en esa cárcel verde de la selva y él medita sobre las consecuencias que trajo consigo ese arrebato de huir con su compañera para iniciar un largo peregrinaje por la jungla colombiana. Arturo es consciente de ese error que finalmente lo transformó en un ser devorado por los celos, la locura, la rabia, la desesperación y con un espíritu dominador, impulsivo y voluntarioso.

Es esa situación y ese error es el que no desea vivir José Eustasio Rivera con la traductora. Por este motivo Rivera decide alejarse de Claire quien está dispuesta a abandonar todo para estar junto a él, como lo hizo Alicia cuando escapó con Cova esperanzada en su amor y para impedir el matrimonio patrocinado por su familia. Rivera no quiere repetir la misma historia y el destino que trazó para sus creaciones y no acepta la idea de entregarse al amor de una mujer porque esto significa convertirse en un Arturo Cova, poseído por la locura y la violencia. En resumen, el poeta no quiere entrar en esa vorágine o remolino de pasiones y cuyo centro es la violencia y la muerte.

Así mismo la alusión también se explicita en el tema de la mujer y el ideal que persigue todo hombre, de encontrar a la correcta, a la perfecta, que le llegue a corresponder en cuerpo y alma. En La otra selva se demuestra esto cuando el espía, recién se está enterando en lo que se ha venido a meter, cuando aceptó el trato de Lesmes, y lee un informe que le ha escrito un profesor universitario sobre Rivera: “Como todos –pensé en aquel momento- él también ha deseado la mujer ideal – perfecta en cuerpo y alma, dispuesta al sacrificio, indetenible en su afán de encontrar el amor -” . Esta cita de La otra selva nos traslada a uno de los parlamentos de Arturo Cova en el que indica: “Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron suplicas. Con todo ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente” . Arturo ansiaba un amor sublime y lo buscó a su manera. La huida hacía las vastas llanuras y selvas de Colombia en compañía de Alicia, la mujer que sedujo con sus versos, fue la forma como Cova trató de disfrutar el amor. No obstante, tras su primera noche en los llanos, Arturo Cova se da cuenta de que la presencia de Alicia empezaba a irritarlo y que torpemente había atribuido a su compañera aquello que siempre estuvo buscando; “el ideal de mujer”.


Uno de los personajes que también ha sido parte de la alusión es Alicia, quien en múltiples oportunidades es mencionada bajo la pluma de la escritura de Rivera, pero vemos que aquí va tomando otra perspectiva, porque es vista desde otra óptica, desde aquella que no se narra en La vorágine, porque ella está fuera del relato gran parte de la novela; y aquí en La otra selva, expone todas sus dudas como mujer y ser humano que se encuentra en una situación totalmente indefensa y enfrentada a ese mundo selvático que la consume y que la hace sentir extraña.

De igual manera, la relación intertextual a modo de alusión está presente en la posición usurpadora que asume el espía con la obra de Rivera, dentro de la narración de La otra selva, en la que por decisión propia reescribe y reinventa pasajes de La vorágine y La mancha negra que salieron de su propia imaginación y que luego presentó a sus patrones como los originales de la obra del poeta colombiano. En esos manuscritos falsos aparecen Alicia y Arrieta quienes han sido moldeados según las motivaciones e intereses del espía que alude y evoca de forma reiterada a la creación femenina de Rivera; Alicia.

Otra forma de alusión es la que realiza Boris Salazar al tomar personajes de la obra de Rivera La vorágine, para plasmarlos en La otra selva. Uno de ellos es Lesmes que aparece como uno de los interesados en que la obra de Rivera, La mancha negra, desaparezca y deje de estorbarle a sus planes; hasta el punto de que él mismo se le presenta en una reunión a Rivera, episodio que luego comentaría a su amigo el espía:

-lo único que no me gustó fue que ese tipo de apellido Lesmes vino a dar hasta aquí después del recital, haciéndose pasar por un gran admirador de mi obra…
-Quién sabe qué deseaba. No es tipo de fiar ese Lesmes.
-Lo sé, lo sé, y lo peor es que tiene el mismo apellido de uno de los personajes más despreciables de mi novela (y te cuento que en ella no hay escasez de ellos) .


La alusión claramente se presenta en múltiples facetas de La otra selva, que va desde su título hasta ciertos apartados, que aunque fugaces trasladan al lector inmediatamente a La vorágine, como una forma de ponerlo en estado de alerta para que capte entre líneas sus múltiples sentidos.



6.7.2.2 Intertextualidad en forma de cita: Según Genette dentro de las manifestaciones de la intertextualidad “su forma más explícita y literal es la práctica tradicional de la cita” , que en nuestro caso vendría a presentarse directa e indirectamente. Dentro de nuestros análisis se concreta que los hallazgos encontrados en cuanto a las citas se explican de forma indirecta, sobre todo con lo relacionado a los capítulos donde interviene la voz narrativa de Alicia, quien retoma y recuerda los parlamentos de Arturo Cova. Asimismo en La otra selva se presentan episodios que nos trasladan a La vorágine. Las escenas se desarrollan en el Barracón de Manuel Cardozo donde Arturo, franco y Helí tratan de impedir que los apestados se acerquen a ellos y sobre todo a Alicia y su hijo recién nacido. Es por eso que los acompañantes de Cova disparan contra esos seres enfermos, para evitar un posible contagio de peste.

En La otra selva Alicia narra ese episodio y recuerda su sufrimiento por la cercanía cada vez mayor de los apestados, en el refugio donde se encuentran esperando la llegada de Clemente Silva, quien los llevará a la civilización, aquí Arturo se dirige a los apestados y les dice:

“Yo no soy su redentor, soy un pobre hombre que trata de encontrar un camino para salvar a su hijo recién nacido. Esperen la llegada del vapor “Inca”. En él podrán llegar a un lugar en el que haya alivio para sus males. No puedo hacer nada por ustedes, no puedo” .


En La vorágine se referencia algo similar al vapor “Inca”, cuando Arturo sostiene un diálogo con Franco y Helí, en el cual manifiesta su posición indiferente frente a la situación miserable de los apestados quienes aún confían en Arturo, para que los saque de la selva que los consume vivos:


Es imposible convencer a estos importunos, que me apellidan su “redentor”. Hablé con ellos, exponiéndome al contagio, y están resistidos a regresar. Ya les repetí que no tengo víveres. Si me acosan, nos obligarán a tomar el monte. ¿Por qué no se van al caney de Yaguanarí en espera del vapor “Inca”? De hoy a mañana arribará .

En la otra selva, como el La vorágine, Arturo Cova es “el redentor” de los apestados y del pueblo indígena martirizado por aquellos que ejercen el poder en la selva colombiana que es su cárcel. Es por eso que los apestados y los indígenas acuden a Arturo para que los libere de las cadenas de la esclavitud inconmensurable vivenciada en las cacherías de El encanto y La chorrera. No obstante, Cova no escucha sus lamentos, suplicas y gritos del pueblo explotado y enfermo en su propia patria, de ahí que los condene a morir y padecer en esa naturaleza hostil y sin esperanzas de redención.

Aunque Arturo es para los apestados su héroe nacional, su libertador que puede terminar con sus padecimientos y sufrimientos, deben enfrentar el rechazo de su salvador que sigue reflejando una posición indiferente y firme frente al cruel destino de esos hombres consumidos por la peste y que aun recorren los rumbos de Cova para escapar de la esclavitud y el dolor.

Cova sueña en ocasiones con una redención social para el pueblo esclavizado en la selva; sin embargo no logra concretar sus proyecciones. Esa sensación de fracaso se percibe cuando Alicia narra la escena donde Arturo se encuentra con la colonia de los apestados y les habla de lo imposible de hallar una emancipación y la cura para sus males. Alicia recuerda las palabras de su compañero: “en otras circunstancias me sacrificaría para aliviar a mis coterráneos. ¡Hoy no! ¡Peligraría la salud de Alicia! ¡Pueden contagiar a mí hijo” .


La intertextualidad en forma de cita apenas se insinúa tímidamente en La otra selva, y aunque son fugaces sus presencias, éstas reiteran tajantemente los alcances de los estrechos vínculos de proponer un contexto desde el cual puede ser vista la novela en cuestión.

Finalmente hay que especificar que la transtextualidad de La otra selva con La vorágine y la biografía de José Eustasio Rivera, es un hecho que se connota muy específicamente y se trasluce durante toda la narración de la obra. Esta clara referencia transtextual genera múltiples sentidos y diferentes lecturas que hacen de La otra selva una obra que respira y mediatiza otro punto de vista desde, el cual puede ser visto y leído José Eustasio Rivera y su obra.


Es así como se encuentran referenciados varios hechos de la biografía del poeta, que utilizados como estrategias o artefactos creativos del autor, finalmente vienen a sumarse a una parte de la trama narrativa, convirtiéndola en una novela que maneja entre otras las relaciones de intertextualidad en diferentes maneras y niveles de profundidad.


6.7.3 Los planteamientos de relaciones hipertextuales: Frente a la lectura de La otra selva se debe resaltar la hipertextualidad que según Genette puede darse como transformación o imitación. La relación hipertextual por transformación es aplicable a un texto u obra literaria particular. Dicha transformación se presenta como parodia, travestimiento y transposición. Mientras que la imitación solo se establece con géneros literarios específicos. En la relación de hipertextualidad por imitación están incluidos el pastiche, la imitación satírica (la charge) y la imitación seria (la forgerie). Cada una de estas categorías planteadas por Genette pertenece a un régimen que es el lúdico, satírico y serio.

En el caso de La otra selva que es una obra metaficcional policíaca “de acusada hipertextualidad” , manifestada como transformación de ciertas características narrativas de La vorágine y de los textos biográficos relacionados con el poeta Rivera. Así mismo, la novela asume otra relación hipertextual al retomar e imitar los componentes, tanto en el plano temático y narrativo del género policíaco. A continuación se analizan estas dos formas de hipertextualidad en la novela de Salazar.



6.7.3.1 La relación hipertextual con La vorágine: La otra selva puede ser leída como un hipertexto que se deriva de La Vorágine (el hipotexto). En ella se realiza una reflexión sobre la realidad social vivida por los caucheros en la selva amazónica, donde sufrieron la esclavitud y la explotación a manos de aquellos que ostentan el poder. La vorágine como texto novelístico inscrito en el realismo social hace una crítica y denuncia contra los dirigentes que provocan desigualdades e injusticias.

Desde esta mirada el texto narrativo del escritor del Tolima, pretende continuar el legado literario iniciado por José Eustasio Rivera y reescribir o seguir la inconclusa historia de Alicia, Arturo Cova y los caucheros aun atrapados en la inmensidad de la manigua y con la ilusión de regresar a la civilización con sus ideales cumplidos.

Frente a esta continuación de La vorágine, que presenta La Otra selva en los capítulos 16 y 23, se observan ciertas transformaciones como es el hecho de contar con Alicia quien asume la voz narrativa y emprende una aventura por la selva de la escritura. A modo de diario íntimo Alicia condensa sus últimas experiencias de vida como el nacimiento de su hijo quien es la esperanza de Arturo para seguir con sus propósitos. Así lo asegura Alicia cuando dice:


…Por eso, nuestro hijo es ahora el otro símbolo de su triunfo y de la continuación de su empresa vengadora; nuestro hijo es el producto del triunfo de su sangre sobre las pretensiones del déspota, del enemigo, del más despreciable de los hombres .


La presencia de Alicia en La otra selva connota un deseo de reivindicarla como heroína quien a pesar de la dura existencia que le ha tocado sobrellevar en compañía de Arturo, Helí, Fidel y los apestados, este personaje es ahora una mujer que aprendió a sortear la adversidad y para ello cuenta con su hijo quien le da la fuerza para seguir viva:

..No los necesito: tengo a mi hijo y tengo la fuerza que me dieron estos siete meses sin Arturo. Ahora sé cómo sobrevivir en esta selva, ahora sé cómo enfrentar a los hombres, ahora estoy casi a la par con Arturo. Alicia es ahora una mujer: la niña, la que él trajera a estos parajes envuelta en poemas y en promesas de una vida tranquila y bucólica murió hace mucho tiempo .


En su ejercicio escritural, Alicia se refiere al deplorable estado físico y emocional en que se encuentra, no solo ella sino también Arturo Cova quien ya no la desea como mujer porque su cuerpo lo ha marcado la maternidad, y ha sido “golpeado por los sufrimientos, por los posibles amantes que pudiera haber tenido, por un hombre que, a pesar de haber sido devorado por los caribes, sigue allí como una marca imposible de borrar” . La alusión de Alicia es bastante clara y se refiere a como Arturo no ha podido olvidar el supuesto engaño de ella con su rival y enemigo Barrera.

Así mismo, este personaje femenino rescata desde su narración, el valor y la disposición de su compañero para continuar su lucha justiciera en ese espacio selvático donde impera la violencia y la explotación a los indios en las caucherías, de ahí que Cova sea considerado el símbolo de la esperanza, la victoria y unas especie de héroe nacional para todos aquellos que poco a poco son devorados por la selva. Alicia reafirma esa luz de salvación que depositan en Arturo, no solo ella, sino también sus demás acompañantes.

Otro rasgo configurador del relato de Alicia es su mirada compasiva hacia los apestados que siguen las huellas y solicitan la ayuda de Arturo Cova, quien con el temor de ser infectado por la peste se acerca a hablar con ellos, después de que Helí y Fidel les dispararan para que no llegaran a su refugio. En ese encuentro que pudo ver y escuchar Alicia, los apestados rogaban a su redentor que “no los abandone” “no nos deje en manos de los extranjeros”. Sin embargo y como lo inscribe Alicia en su diario, a Arturo no le importaron los lamentos y las súplicas de los apestados. Alicia recuerda las palabras de su compañero: “yo no soy su redentor, soy un pobre hombre que trata de encontrar un camino para salvar a su hijo recién nacido”. Una vez más, las palabras de Cova demuestran su posición firme e indiferente frente a la situación de los apestados a quienes abandona y desea hacerles entender que el no puede ser el alivio para sus males en ese mundo de desolación y muerte.

Frente al cruel final que le espera a los apestados, Alicia, presiente que Arturo y ella correrán la misma suerte de esos seres que ya no son tratados como humanos sino como molestos cadáveres que gimen y que se mueven. La premonición de Alicia se evidencia en una de sus reflexiones: “me duele su suerte, si, pero no la creo extraña a nuestro destino, por eso no lloro por ellos: sería como llorar por nosotros mismos, aceptar la compasión que es la antesala de la derrota” .

Sirviéndose de la escritura de su diario, Alicia hace saber que ella y sus compañeros de infortunio seguirán atrapados en ese mundo voraginoso en el que buscan y esperan a Clemente Silva, quien después de exponer ante Cova sus padecimientos en las caucherías de El Encanto y La Chorrera, lugares en donde estuvo para encontrar a su hijo desaparecido, es enviado por Arturo a la civilización para llevar un mensaje al cónsul de Colombia en Manaos relacionado con las matanzas y la esclavitud que sufren los indígenas en las caucherías. Es evidente que Alicia cargando con su hijo prematuro sigue aún esperando la llegada de Silva para que los guíe hacia un mundo menos hostil para su hijo y así finalizar su travesía selvática.

Con lo mencionado, se puede decir que en La vorágine como en La otra selva hay un deseo de dejar inconclusa y abierta la historia de Alicia, Cova, los caucheros y los apestados. Todos ellos llevan a cuestas un futuro incierto, todos ellos están condenados a seguir caminando por esa ruta apenas imaginada por Cova para perderse y desaparecer definitivamente en la hostilidad del trópico. Sumado a esta pretensión, las novelas nos invitan a que continuemos estos relatos, a que exploremos otros rumbos de La vorágine, en la que los lectores pueden perderse, si dan rienda suelta a su imaginación y curiosidad literaria. Con ello estaríamos contribuyendo a la tarea de reescribir y releer esa importante historia iniciada por Rivera y reinventada por Boris Salazar.

Otros elementos que ilustran la relación de hipertextualidad entre obras reside en que la continuación de la paradigmática novela de José Eustasio Rivera presenta y como lo afirma Jonathan Titter “la mezcla de la vida del autor con la vida de sus creaciones, confiriendo así a Rivera el status de sus propias creaciones”. Frente a esta lectura, cabe anotar que el poeta colombiano, siendo un personaje ficticio en La otra selva, es otro Arturo Cova, porque además, de entregarse a la lectura y escritura de versos, asume como su invención una actitud de resistencia, fortaleza y denuncia frente al abandono oficial de compatriotas y territorios colombianos.

Así como la imagen de José Eustasio Rivera se asemeja a la de Cova, también se puede decir que el espía de La otra selva refleja una imagen cercana a la de estos dos personajes, todos ellos son seres solitarios, complejos, llenos de contradicciones. Son personajes que se tributan a la imaginación y al poder de la palabra artística para hacer catarsis, disipar la tristeza, alivianar sus derrotas, perpetuar sus denuncias, revelar verdades e incluso reflexionar en torno a la escritura literaria. Estos tres seres ficticios están devorados por la soledad, por sus conflictos internos y pasiones. Ellos pasan los días encerrados en sus cuartos o refugios para entregarse a la escritura de manuscritos en los cuales dejan filtrar su posición crítica y denunciativa.

Resulta importante mencionar cómo La otra selva prosigue el legado novelístico de Rivera, no solo evidenciado en la continuación de La vorágine sino también de su enigmática novela titulada La mancha negra. El encargado de continuar esa obra es el narrador-espía de La otra selva, que se entrega al placer del plagio y a la reescritura de la obra novelística de Rivera para burlarse de sus patrones y de los enemigos del poeta colombiano. De esta forma, el detective cumple la función de no dejar acabar y acallar las voces denunciativas que subyacen en esa novela. Así queda confirmado cuando el espía aclara que:

Para poder mantener mí historia, para alimentar a mis patrones, para poder justificar mi posición de espía a sueldo, para burlarme de su arrogancia. En mi apartamento de la Avenida Ámsterdam, en sus noches, en las madrugadas, en los momentos que podía robarle a mi seguimiento del poeta Rivera, me dedicaba a escribir trozos de “su novela”, a inventar saltos en el tiempo, a proponer nuevas trampas, nuevos encuentros entre las representantes de nuestro país y los todopoderosos dueños de las compañías internacionales, a deslizar en los oídos de funcionarios y ministros sobornos y chantajes cada vez más sórdidos .


A diferencia de La vorágine en La otra selva se ubican y desarrollan las acciones en un contexto distinto al ya mencionado en el texto novelístico de Rivera en donde el epicentro o el escenario de las acciones transcurren en los llanos y la selva amazónica. Dicha diferencia puede ser vista como una transposición seria que consiste en trasladar la acción de La vorágine a la ciudad de Nueva York. Es esta selva urbana, de concreto y grandes edificios donde se encuentra el poeta colombiano y el espía para poner en la picota pública a los políticos colombianos que ejecutan sórdidos negocios con multinacionales extranjeras que buscan instalarse en la nación colombiana para dar inicio no sólo a la explotación de los yacimientos petrolíferos sino comenzar una nueva etapa de corrupción y explotación humana. Es por eso que estos dos personajes de La otra selva (como lo hizo Arturo Cova) alzan su voz de protesta y tratan de sobrevivir en esa urbe norteamericana donde los peligros y las persecuciones constantes de sus enemigos los acechan y acorralan.

Finalmente, se puede afirmar que Boris Salazar se inspira en la vida y obra de Rivera para crear La otra selva en la que se prosigue reflexionando en torno a temáticas como la corrupción, el abuso de poder, la explotación, la crítica y denuncia sociopolítica. De igual manera, en La otra selva no se pretende hacer una parodia o burla a la producción novelesca del poeta colombiano, sino todo lo contrario, en ella se configura un reconocimiento y homenaje a La vorágine como la obra que abrió el camino para la novela en Colombia y a la ardua labor social política y literaria emprendida por José Eustasio Rivera no solo en el país sino en el exterior.

Derivado de una lectura profunda de La vorágine y un conocimiento de la vida del novelista más significativo de Colombia en la primera mitad del siglo XX, surge La otra selva en la que están presentes las huellas y los rastros del pensamiento ideológico y literario de José Eustasio Rivera. Todo lo mencionado nos ayuda a comprender y abordar el texto novelístico de Salazar como palimpsesto y reescritura no sólo de La vorágine o La mancha negra sino también de una vida consignada y preservada en la ficción.

6.7.3.2 La relación hipertextual con los textos biográficos sobre José Eustasio Rivera: La vida y obra de José Eustasio Rivera ha generado varias recopilaciones bibliográficas y biográficas entre las que se destacan las efectuadas por Monserrat Ordoñez y Eduardo Neale-Silva. Resulta muy significativa la investigación de este último autor quien desde una perspectiva biográfica logra reconstruir de manera completa, detallada, precisa y documentada el ciclo vital del poeta colombiano. La historia de vida de Rivera, consignada en el libro Horizonte humano viene acompañada de un análisis crítico sobre su producción literaria. Producción que aún en el contexto nacional y extranjero es herramienta para estudios y sigue suscitando polémica.

Es por estas razones que el texto biográfico de Eduardo Neale-Silva se convierte en una obra de lectura y consulta importante para quienes desean indagar en el proceso vivencial del poeta huilense. Quizás Boris Salazar haya sido uno de esos lectores de Horizonte humano entre otras biografías que le permitieron conocer al que se convertiría en el personaje principal de su novela.

En este caso, La otra selva también se consolida como hipertexto de las biografías sobre José Eustasio Rivera. Frente a esta relación de hipertextualidad es posible rastrear modificaciones u operaciones transformativas. Una de ellas consiste en forjar o plasmar la vida de Rivera desde la aplicación de formas narrativas como los elementos metaficcionales y policíacos. De esta forma, la ficción se asume como otra posibilidad para reconstruir y preservar la imagen del poeta colombiano, su pensamiento ideológico, su legado novelístico, sus contradicciones y fracasos.

Así mismo, desde la ficción se logra reinventar los últimos meses de vida de Rivera crear nuevos personajes, acontecimientos, acciones y una nueva versión sobre su asesinato y los motivos por los cuales fue ejecutado.

La otra selva también traza diferencias con los textos biográficos. En primer lugar, la historia narrada en el texto novelístico de Salazar es ficticia, lo que la distingue de la biografía en la que los hechos y acontecimientos presentados sobre un personaje son reales. A diferencia de la novela, la biografía “suele adoptar la forma de un relato expositivo, o frecuentemente narrativo y en tercera persona, generalmente consigna datos exactos como nombres, fechas y lugares. Vale decir que la biografía cuenta con una estructura que es una introducción (presenta el personaje) un desarrollo (contiene la descripción del personaje y la narración de los hechos de su vida) y las conclusiones (incluye una valoración de la relevancia del personaje)” .

Aunque en La otra selva se alude a algunas situaciones reales como el viaje de Rivera Nueva York y los motivos por los cuales el escritor viajó a los Estados Unidos (traducir al inglés La vorágine y llevarla al cine) es importante reafirmar que estos eventos son retomados para hacerlos parte de un texto ficcional que los presenta en forma verosímil y desde estrategias narrativas anteriormente mencionadas.

Así como en las biografías se reseña la vida de Rivera, La otra selva cumple con la misma función de recopilar, desentrañar, preservar y reinventar la vida y los avatares de este hito de la literatura colombiana.


6.7.3.3 La relación hipertextual con el género policíaco: En La otra selva se ilustra una relación hipertextual genérica, considerando que en la novela se retoman y aplican ciertas características del género policíaco y se elabora lo que denomina Genette una imitación seria que tiene como función dominante:

La continuación o la extensión de una realidad literaria preexistente… el estado mimético más simple, o más puro o más neutro es sin duda el de la imitación seria… podemos definirlo como el estado de un texto que se parece lo más posible a los del corpus imitado .


Sacando provecho a los elementos narrativos y temáticos del relato policíaco, Boris Salazar reinventa y recrea los últimos meses de vida de José Eustasio Rivera en Nueva York. De ahí que en La otra selva se inscribe dentro del género policial el cual se gestó a finales del siglo XIX con las narraciones de Edgar Allan Poe, especialmente con Los crímenes de la calle Morgue y El misterio de Mariet Roget. A través de estas narraciones se configuró la novela enigma consolidada y cultivada en países como Gran Bretaña gracias a las historias policíacas de Arthur Conan Doyle, Agatha Christie y Ellery Queen. Es importante traer a colación la irrupción del género Hard boiled o novela negra norteamericana “iniciada por Dashiell Hammet, canonizada por Raymond Chandler y definida por Giardinelli como la narrativa de acción y de suspenso originada en los Estados Unidos, durante los años veinte, que enfoca la temática del crimen de un modo realista y con marcados tintes sociopolíticos” .

Dichos aspectos de la novela negra son puestos en práctica en el texto novelístico de Boris Salazar, porque en ella se abordan temáticas como la corrupción de la diplomacia colombiana en Nueva York donde buscan concretar sus negocios relacionados con los yacimientos de petróleo en Colombia. Este tópico impregna a La otra selva de crítica y denuncia social y política. De igual forma se puede observar que la novela se adhiere a las características del relato negro en la medida que personajes como Manuel Lesmes se acerca a la imagen del detective duro norteamericano, porque él es un ser cínico y recurre a la violencia para realizar sus planes, en este caso terminar con Rivera y robar La mancha negra.

En relación con la novelística policíaca producida en el ámbito latinoamericano, es evidente que muchas de ellas se adhieren a los modelos de la narrativa policial tradicional, ya sea siguiendo el modelo de la novela enigma o negra. No obstante, en el panorama de la narrativa policial de América Latina también se subvierten y modifican las fórmulas del género policial canónico.

Al respecto del tema, Leonardo Padura Fuentes señala que entre los años sesenta y setenta aparece en el continente la novela neopolicial, que aunque adopta ciertos rasgos característicos del formato de la novela negra, también transgrede sus reglas al incorporar aspectos como “la disminución de la importancia del enigma criminal como elemento dramático, una preferencia por ambientes marginales, acudir a determinadas formas de la cultura popular, el empleo de un lenguaje que trata de expresar las vivencias de la vida cotidiana y la renuncia a crear grandes héroes” . Así mismo y como lo menciona el escritor Ramón Díaz Eterovic “el fenómeno narrativo al que se le llama neopolicial latinoamericano ha permitido la exploración de temas y personajes vinculados ala realidad social y política latinoamericana, en la que los principales crímenes son una cuestión de estado o propiciados por un medio de corrupción política y económica” .

Este podría ser el caso de La otra selva, que además de estar estructurada desde componentes policíacos que son reconfigurados a través del empleo de otros matices narrativos, es una novela en la que subyace una reflexión y revelación de los actos corruptos de la clase dirigente colombiana en el exterior. Una realidad social y política que no solo se vive en la nación sino también en otros territorios de América Latina. Frente a esta realidad La otra selva se constituye como un texto ficcional que denuncia y critica del accionar criminal y corrupto de aquellos que ostentan un poder público en los Estados Unidos.

Otros elementos relevantes en el tratamiento de lo policial en La otra selva, es el hecho de plantear como enigma la búsqueda desenfrenada e incesante de una novela de denuncia sociopolítica titulada La mancha negra. Con ello se puede decir, que aunque el texto novelístico de Boris Salazar está escrito con elementos policíacos no sigue sus fórmulas en un sentido estricto, sino que modifica o transforma varias de sus características en cuanto a su estilo y estructura convencional.

Esto también se ve reflejado si tenemos en consideración cómo se estructura La otra selva; desde técnicas metaficcionales que, como el de las cajas chinas generan la polifonía de voces, las cuales participan para reconstruir la vida y la imagen del poeta colombiano. A esto se le suma, la técnica de las cajas chinas, el juego constante entre la realidad y la ficción y los comentarios autoconscientes sobre el proceso creador.

De esta forma se logra configurar una obra policíaca con nuevos matices narrativos que la hacen dinámica, lúdica y que funciona como un rompecabezas al que se ve enfrentado el lector quien, a su vez es un co-creador que debe reconstruir y reorganizar la historia para llegar en compañía de las voces que invaden La otra selva a una hipótesis final y -según ellas- las verdaderas causas sobre la muerte del poeta colombiano.

Con todos estos aspectos, se puede afirmar que en el texto novelístico de Boris Salazar no se tiene la intención de parodiar o satirizar el matiz policíaco, sino reconfigurarlo y enriquecerlo aplicando otros elementos temáticos y narrativos como por ejemplo contar con la presencia de un narrador detective que se aleja de la imagen del héroe detectivesco clásico que se dedica a resolver enigmas criminales basándose en su inteligencia analítica y racional, para dar paso a un personaje solitario y fracasado tanto en su trabajo como detective privado y en su vida diaria, que se refugia en la escritura de la novela policíaca como el último recurso que encuentra para buscar una verdad histórica, realizar una crítica y denuncia frente a la prematura muerte de Rivera y reflexionar en torno a la escritura literaria.

Es precisamente el detective de La otra selva quien asume explícitamente su función como imitador de las particularidades del relato negro con las cuales desea forjar o materializar su versión sobre lo ocurrido al poeta colombiano. Para cumplir su propósito el detective reflexiona e inscribe comentarios autoconscientes sobre su ejercicio escritural. Aquí vale la pena recordar cuando este personaje recrea situaciones, eventos y encuentros con su perseguido, de esta forma su tarea “estaría a la altura de las más estrictas exigencias del género, así, por ejemplo, podría caminar solo por la calle enfrentar- en un momento decisivo del relato- al poeta y decirle lo que estaba ocurriendo” .

La narración que el detective escribe puede ser vista como una narración seria del género negro, porque el espía no tiene la intención de ridiculizarlo o satirizarlo, sino que este matiz genérico es el modelo idóneo para reconstruir la historia de Rivera en Nueva York, los acontecimientos y los móviles del asesinato del poeta. De igual forma con los mecanismos temáticos y formales de la novela negra el detective expresa y materializa una denuncia y crítica a la política del país. Mediante la imitación seria del género negro, experimentada en la novela de Salazar, se presenta y cuestiona la corrupción de las esferas del poder en asuntos relacionados con las negociaciones extraoficiales de la riqueza natural de Colombia.

Finalmente se puede decir que La otra selva entabla una relación hipertextual con el género policíaco en la medida que retoma y aplica ciertas de sus características. De igual forma, La otra selva enmarcada en el matiz policíaco contribuye a la producción y al desarrollo de este género en Colombia revitalizándola a través de nuevas posibilidades narrativas y temáticas.

CRÍTICA Y DENUNCIA SOCIOPOLÍTICA EN LA OTRA SELVA

Por: yuli Romero y Angélica Estrada


La crítica sociopolítica referenciada en La otra selva está expuesta desde múltiples perspectivas, algunas de ellas más explícitas que otras, que surgen no de una lectura ociosa y fugaz sino de un determinismo más imbricado, buscando una elaboración de sentidos y una búsqueda de la verdad a manera de Ilustración, como corriente histórica, inscrita desde el siglo XVIII.

No sería apresurado lanzar la hipótesis de que La otra selva de Boris Salazar, es una obra literaria que entre muchos objetivos, pretende inscribirse dentro de un carácter de denuncia social, de toda la miseria corruptiva que envuelve a aquellas esferas nacionales que ostentan un poder político en el extranjero. Siguiendo este plano de ideas, podemos dictaminar que el tema de la denuncia social en La otra selva se centra en la crítica sociopolítica, enmarcada en el contexto de la explotación de los recursos naturales no renovables colombianos, como es el caso del petróleo, en La mancha negra.

Dicha obra, describe cómo el recurso petrolífero intensificó el deseo explotador de la élite colombiana, y se convirtió “en un proceso que llevó al ingreso al mercado capitalista de este territorio bajo una economía extractiva, en la cual la mimesis colonial se invertía y el colonizador se apropiaba del salvajismo del colonizado” , y en donde prevalecía el desdén por la riqueza y la corrupción, sobre los intereses nacionales colombianos.

Al respecto, desde El capitalismo tardío, Ernest Mandel señala que “Las concepciones tradicionales del mundo, del hombre y de la historia que constituyen el sistema de valores más allá de los dominios del pensamiento y la acción funcionales, son reprimidas como carentes de sentido o ya no juegan ningún papel significativo en la conciencia pública” .

En La otra selva esta concepción, de pérdida de valores es materializada en el personaje de La mancha negra, Carlos Adolfo Arrieta, quien antepone sus intereses al beneficio social y económico del país, valiéndose principalmente en el poder que ostenta a través de su cargo político. De igual manera y simultáneo a esto, se hace necesario señalar que las relaciones y condiciones en las cuales se quiere obtener tal recurso, están subordinadas a ciertas representaciones sociales, entendidas éstas como:

Formulaciones sintéticas de sentido, descriptibles y diferenciables, producidas por actores sociales como formas de interpretación y simbolización de aspectos clave de su experiencia social […]. De este modo, orientan y otorgan sentido a las prácticas sociales que esos actores, desarrollan en relación con ellas, y son modificadas a través de tales prácticas (Mato, 2001: 133) .

De esta manera, tales representaciones conforman el imaginario de una sociedad, que se constituye como un elemento estructural y estructurante, expuesto como un objeto de lucha para amplios sectores de la población, pero sobre todo para los intelectuales. En nuestro caso, el mencionado objeto de lucha, el petróleo, que cada día gana más adeptos y cuya explotación y obtención se hace más arduo, en la medida en que es monopolizado por los imperios contemporáneos.

Es imperioso indagar cómo en Colombia y en especial obras literarias como La vorágine de Rivera, se impregnan de cierto carácter de denuncia ante los atropellos, exponen y “construyen su poder y niegan socarronamente su carácter de ficción” , a partir de su tejido textual, lo que necesariamente termina permeando a otras esferas. Del mismo modo es indiscutible el importante papel que juega la realidad dentro de la ficción para recrear y de paso exponer las verdaderas circunstancias de un estado de cosas. Lo anterior también puede aplicar para La otra selva, en la medida que Salazar, como continuador de la obra de Rivera, pasaría a ser su voz y expondría sus alegorías en La mancha negra.

…¿La patria? Aquí en Nueva York, esa palabra se cubre de otros colores que no son el amarillo, el azul y el rojo. La patria, me diría días después el poeta Rivera, va tomando un color negro cuando se la ve desde aquí, desde las oficinas de las grandes compañías norteamericanas: el color negro del petróleo, el negro color de las levitas de nuestros prohombres que lo entregan todo a cambio de algunas dádivas .


Al respecto, Boris Salazar retoma el texto del que nunca se tuvo noticia de su culminación, y que alguna vez escribió José Eustasio Rivera, y desde allí continúa circunscribiéndose en la misma línea narrativa que una vez comenzara con La vorágine; el novelista ibaguereño intenta generar a su manera una secuencia racionalizada e imaginada de denuncia de los actos corruptos y sus actores, de los que Rivera hubiese esquematizado y materializado en su obra literaria. Un ejemplo de ello es cuando en la novela se hace alusión a la narrativa de Rivera: ““Pretensiones mesiánicas transpira la obra de este autor suramericano: de allí su nunca escondida tendencia a escribir los grandes males de su época, las grandes afrentas sociales que sus coterráneos sufrían, las grandes injusticias que herían su condición de hombre justo” .

Siguiendo con la temática riveriana, encontramos que la forma como presenta Salazar su texto literario es, más que una narración de hechos, la reescritura de la obra de Rivera, La vorágine, y por ende un texto que denuncia las injusticias sociales, de las que él mismo se ha enterado. En primera medida Rivera describe cómo en ésta novela se presentan las situaciones miserables a las que son sometidos sus compatriotas en las selvas, degradando y explotando su condición humana. En tanto que el narrador de La otra selva apela a la corrupción que se maneja en las esferas de poder, escondida detrás de la máscara que brinda el estatus de figura política pública.

¡Sueños irrealizados, triunfos perdidos! ¿Por qué sois fantasmas de la memoria, cual si me quisierais avergonzar? ¡Ved en lo que ha parado este soñador: en herir al árbol inerte para enriquecer a los que no sueñan; en soportar desprecios y vejaciones en cambio de un mendrugo al anochecer!


Por otro lado, Rivera revive ese mundo de un interior recóndito colombiano ignorado por muchos, aunque todos sepan que existe, y lo trae a la luz pública. Del mismo modo en La otra selva se intenta resaltar aquel mundo corrupto de la diplomacia exterior, que pocos ven porque ignoran que otros quieren por todos los medios ocultar.

En el caso de La otra selva es indiscutible entonces la articulación de la novela negra con los procesos sociales y culturales, que se vive principalmente en la sociedad occidental moderna. De esta manera, desde la perspectiva de Michael Foucault , el género negro y su relación con la modernidad permiten poner en relieve los discursos que, desde una perspectiva de poder, transita por el género. Recordemos que es Estados Unidos primero y América Latina después, quienes desarrollarán el llamado género negro que trasgrede la normativa establecida desde el canon europeo de finales del siglo XIX. “Escrituras que, en el caso latinoamericano, son movilizadas a partir de los períodos de dictadura, los cuales desplazan al criminal a un otro incubado en la figura del Estado” .

En este contexto cabe destacar la reflexión de Piglia, acerca de los relatos de la novela negra:
“En última instancia […] el único enigma que proponen –y nunca resuelven- las novelas de la serie negra es el de las relaciones capitalistas: el dinero que legisla la moral y sostiene la ley, es la única ‘razón’ de estos relatos donde todo se paga. […] son novelas capitalistas en el sentido más literal de la palabra: deben ser leídas […] ante todo como síntomas” .


Por lo tanto es indiscutible la función que cumple parte de la novela policíaca, de hacer una denuncia ante los hechos de corrupción y los desmanes políticos en Latinoamérica y determinarlo como su tema favorito. Afirma al respecto Julián Morris en un artículo dedicado a la novela policíaca en Latinoamérica: “Así tal vez sería el recambio y la heredera de la antigua novela social del continente, que antes fue indigenista y luego fue obrerista, haciéndose cargo de ser una especie de voz de los sin voz” . La policíaca es uno de los géneros que mejor tensiona la problemática del estado, la política y la literatura y su vinculación estrecha con la ficción y la realidad. Al respecto, reitera Miriam Pino:

Me interesa indagar por qué un género de tan poco prestigio hasta hace algunas décadas fue una saludable vía de acceso a esa problemática. Mi conclusión es que mientras exista un estado y un sistema político corrupto, la narrativa policial seria un género que gozaría de buena salud.


En esta novela, Salazar insiste en trazar las fronteras entre la tierra amada y la tierra extranjera y determinar los derechos de explotación nacional sobre ella. Desde esta perspectiva, nuevamente Rivera encarnado en la voz de Salazar debe salir a la defensa y enfrentar a los usurpadores, a través del poder de su palabra en el escrito, y una vez más se tiene noticia del carácter de denuncia de la novela.
Con todo esto, es quizá ese dolor de patria lo que llamará a estos escritores a vincularse con el sentimiento de amor a su país y denunciar los atropellos que contra ella se cometen. Pues ya lo mencionaba Alexander Salinas , cuando refiriéndose a los escritores latinoamericanos de principios del siglo XX, comenta que:
Sentían que allí, en sus calles, las de Santiago, Río de Janeiro o Buenos Aires, el hombre indefenso seguía perdiendo la batalla contra el poder envilecido que organizaba la sociedad a su antojo. Por eso hicieron de la novela negra un lugar para recrear, evidenciar y decir a gritos lo que inundaba sus ojos y sus narices .

Salazar intenta de algún modo criticar, a través del narrador y los personajes, la manera cómo se ha construido y maquillado la historia para disfrazarla: “¿Acaso el mundo no ha celebrado lo hecho por traidores y espías a lo largo de la historia?¿Acaso no los han rodeado de historias heroicas, les han puesto faldas, los han dotado de cuerpos hermosos y sonrisas seductoras?” .

En la novela se hace mención al juego de realidades que se dan como oficiales en la construcción y mención de la historia, pues existe una gran distancia entre la realidad propuesta por la historia oficial, y la realidad vivida por quienes la construyeron y vivieron. Esto se ve muy claramente en La otra selva, cuando Salazar pretende mostrar a un Rivera concientizado de esta perspectiva, y de alguna manera incrusta este elemento en la obra, al mencionar La mancha negra como un aporía a la denuncia hecha ya en un principio, en La vorágine.

Así Salazar, como un continuador de la empresa emprendida por Rivera, se inscribe dentro de este género policíaco que realiza una crítica social. Foucault nos remite al siglo XIX, en el que se comienza una urbanización e industrialización en las sociedades y la necesidad de proteger los beneficios y riquezas, se ha entrado en una moralización rigurosa, lo que constituye un pueblo sujeto a la moral. En cuanto a la realidad social de la época, ya se vislumbraban elementos como violencia, corrupción, entre otros que hacían del medio un ambiente propicio para el cambio de valores; en el cual el contexto político-social en esta narrativa pasa a un primer plano, con: “La corrupción social, sobre todo en los ricos, se desplaza ahora hacia el centro de la trama, junto con la brutalidad, un reflejo tanto del cambio en los valores burgueses provocado por la primera guerra mundial, como del impacto del hampa organizada” .

Esto se denota en La otra selva cuando personajes como Arrieta o Lesmes encarnan el lado oscuro de los valores, se convierten en la contraparte del bien, siendo acusados de cometer ciertos actos desmedidos frente a la explotación de recursos de la riqueza natural colombiana, junto a la inmensurable avaricia que conmueve a sus actores, el abuso del poder indiscutible aliado con el que pondrían a marchar sus perfectos planes y lo que acarrea, por supuesto, una necesidad infinita de corrupción e injusticia; plenos elementos artífices de una elongación y extralimitación de sus deberes como altos funcionarios de la nación colombiana en el extranjero. Para todo eso se valen de un espía que día y noche llegue poco a poco a apoderarse de la vida de Rivera, incluyendo sus relatos.

Por otro lado el detective - que aunque pareciera ser desplazado a un segundo plano - es junto a Rivera y su conciencia patriótica, quien intenta poner en orden un estado de cosas, que de por si están en el más inmediato oscurantismo de las practicas malintencionadas de quienes buscan desangrar al país.

De un lado, como ya se ha mencionado, el detective connota con sus actos una búsqueda de la verdad, que perjudicaría a varias personalidades, ahonda más en los asuntos en los cuales se ha visto involucrado, y de una u otra manera, termina tomando partido en la situación, solidarizándose con quien cree que reúne las características y lucha por los mismos ideales con los que él se identifica. Después de mucho indagar y conocer a Rivera, el detective piensa que él es la persona más próxima con la cual puede compartir sus ideales y en últimas justifica y defiende su manera de proceder, hasta el punto de llegar a defenderlo ante sus patrones.

De la misma parte del detective se encuentra dibujada la silueta del poeta Rivera, quien en la obra es delineado desde su verdadera existencia y conciencia, las mismas que lo llevaron a denunciar tantos actos de barbarie de los que tuvo noticia y le pareció lo más honroso y decente que una persona debía hacer y el único recurso seguro que encontró para denunciar tanta injusticia y desmesurada maldad que se cometía en las selvas colombianas. Esta imagen de hombre de bien y concienzudo es lo que se deja traslucir en La otra selva: “El poeta, claro, no era un revolucionario, pero podría ser algo peor: un hombre justo que quería denunciar los excesos de los poderosos y la triste situación de los demás pobres, de los humillados y de los ofendidos” .

Y es en realidad ese mismo camino, de denuncia que se presenta en la otra obra ya mencionada de Rivera, La mancha negra, por el cual es perseguido y espiado, por quienes no les conviene que se penetre una verdad que no es benéfica para todos. De lo anteriormente dicho hay que hacer un énfasis en las cuestiones de mayor envergadura y que son finalmente las que construyen las razones y sus funciones dentro de la obra.

Primero que todo hacemos referencia a la aproximación que hace Boris Salazar de la imaginada escritura de la obra de José Eustasio Rivera, de La mancha negra, como aporía de La vorágine. En este espacio, Salazar se da el lujo de apropiarse de un discurso suficientemente elaborado para poner de relieve las realidades que unen su obra a la de Rivera, en cuanto al carácter de denuncia que las cubre a ambas.

De esta manera está señalada la corrupción y la complicidad de las altas esferas del poder en asuntos relacionados con el manejo extraoficial que se hace de ciertas negociaciones y se incluye así un segundo elemento relacionado con las dimensiones sociopolíticas en la novela.

Un tercer elemento son los ideales relevados en la obra, de reivindicación con la historia y construcción de los procesos culturales y sociales, mediante una crítica cultural hacia la memoria histórica de la nación. Estos deseos vienen de la mano de una conciencia ideológica reformista del autor, enmarcada en un discurso que permite reflejar la preocupación por las desigualdades sociales, la condición imperialista de los aparatos de poder y la explotación económica de los recursos naturales del país.

Al final, la novela, incorporada dentro de la narrativa policial, asume y cuestiona las relaciones sociales y políticas en un contexto en donde conviven la violencia social y todas sus crisis políticas económicas, morales y culturales; con serias intenciones denunciativas y desavenencia frente al detrimento de los valores que han problematizado la reciente historia nacional, tratando de impugnarlas mediante los ejercicios concienzudos que solo ofrece la escritura literaria.






POSMODERNIDAD LITERARIA Y METAFICCIÓN

Por: Yuli Romero y Angélica Estrada

Desde que el término metaficción apareció a principios de los años setenta en el volumen de ensayos titulado Fiction and the figures of life, del escritor norteamericano William Gass, se fue gestando una teoría de la metaficción que tiene como su principal exponente la vertiente americana, “visible al alzar exitosamente la bandera de la metaficción como seña de identidad terminológica, de carácter casi exclusivamente crítico e histórico literario, ha tendido a situar el fenómeno en marcos conceptuales, genéricos y epocales muy definidos” como es el caso de su vinculación con la llamada posmodernidad literaria. Esta posición tal y como se ha conformado en el campo de los estudios literarios en las últimas décadas ha contribuido para que la discusión teórico- crítica literaria sea amplia y heterogénea.

En este sentido, los trabajos pioneros en el debate sobre la metaficcionalidad relacionada enfáticamente con la ficción posmoderna, fueron producidos por William Gass, Robert Scholles, Linda Hutcheon, Mc Caffry y Patricia Waugh, etc. Otros trabajos que no comparten esta idea y vinculan la metaficción como un género ficcional fueron elaborados por Robert Alter y Robert Spire. No obstante, el estudio de la metaficción ha sido también desarrollado desde la tradición teórica europea que basa sus análisis en el formalismo ruso, la narratología estructuralista francesa que “ha tratado de encajar las manifestaciones de autorreferencialidad literaria en marcos comprehensivos como la semiología de base lingüística y pragmática”.

Una de las investigaciones actuales que sigue esta línea de análisis y que al parecer se aparta de la vertiente que acoge a la metaficción como una característica de la ficción posmoderna, es la propuesta por Jesús Camarero titulada Metaliteratura: Estructuras Formales Literarias. En este trabajo el autor retoma la noción de metaliteratura de tradición europea y fundamenta su reflexión sobre los principios formales de la metaliteratura desde los postulados teóricos de Roland Barthes y Roman Jakobson, quien habla de la función metalingüística:

El concepto de metaliteratura que mantengo y que he expuesto se fundamenta en una determinada función metaliteraria, resultado de extender la función metalingüística de Roman Jakobson al texto literario por medio de una adaptación que consiste en definir la operación que desde dentro del mismo texto, se puede llevar acabo para mostrar el procedimiento de su funcionamiento interno, anotando de paso el concepto de una función metaliteraria dentro de la literariedad.

Es de anotar, que a este tipo de estudios se les ha restado importancia porque se han visto condicionados por la posición que ocupan la mayoría de los críticos en relación con el debate que se desarrolla en torno a la literatura posmoderna a la que se hace referencia.

La asociación del concepto metaficción con la posmodernidad, especialmente en su acepción narrativa norteamericana, ha generado una serie de nociones divergentes. Para la crítica Linda Hutcheon, la sociedad actual enfrenta el fenómeno histórico-cultural de la posmodernidad y considera que la forma narrativa propia de esta época es la metaficción historiográfica, que se constituyó en una práctica dominante en las tres últimas décadas. Este tipo de obras no solo son textos intensamente autorreflexivos sino que exponen abiertamente una realidad histórica específica. De manera que para la teórica es: “un artefacto producido, un discurso propiamente dicho; pero a la vez, como metaficción, está definida por la problemática entre la autorreferencia y referencia histórica” .

Ahora bien, si se contrasta la posición de Hutcheon con la de Robert Spire se observará que la orientación de sus trabajos van hacia la metaficción no como una característica de la narrativa de la época posmoderna, sino que la define como un subgénero o género que desarrolla una serie de recursos que le permiten mostrar las preocupaciones de creación de una obra. Esta interpretación ha tomado fuerza si se considera que la metaficcionalidad es un fenómeno narrativo que se registra en obras de cualquier época o tradición literaria.

Respecto a este punto, algunos críticos no niegan la existencia del procedimiento metaficcional en obras literarias consideradas modernas, pero advierten que en la ficción de la posmodernidad la metaficción es una práctica dominante que muestra un mayor interés por la exploración del funcionamiento de la obra y el proceso interno de creación. De la misma manera, aseguran que en la literatura posmoderna metaficcional se intensifican recursos como incluir la crítica literaria o teorías sobre la novela y además plantea cuestiones acerca de la relación entre la realidad y la ficción.

Precisamente refiriéndose a estas lecturas dispares sobre lo metaficcional, Patricia Cifre Wibrom manifiesta que dependiendo de cual sea la valoración que se haga de la posmodernidad y específicamente del arte posmoderno, de que se le conceptualice como una prolongación de lo anterior o como la manifestación de una nueva sensibilidad, la metaficción puede ser interpretada como la respuesta estética a un nuevo clima cultural o como la manifestación más reciente de una larga tradición de obras autoconscientes. De igual modo anota que:

Los críticos que pretendan atraer el concepto de metaficción hacia la orbita del posmodernismo enfatizan las diferencias que separan las metaficciones contemporáneas del tipo de literatura autoconsciente que se practicaba anteriormente. Quienes no comparten este presupuesto insisten que la metaficción no puede ser vista como una tendencia específica de una época, sino como un tipo de literatura, un género o un subgénero dentro de los géneros ficcionales .

En resumen la crítica Cifre considera que el estudio de la metaficción varia sustancialmente según se la contemple desde un punto de vista diacrónico o sincrónico, o se le considere como una categoría epocal o genérica.

Estas interpretaciones en gran medida desarrolladas en los trabajos de los norteamericanos a partir del año 1970, permiten realizar un acercamiento a la posición que ha asumido uno de los críticos latinoamericanos alrededor del tema y según su percepción, tratar de explicar las funciones que cumple lo metaficcional dentro de los textos narrativos. Para ello se centra en los planteamientos del crítico colombiano Jaime Alejandro Rodríguez, quien retoma algunas ideas de los teóricos norteamericanos y realiza un trabajo completo sobre la temática, desarrollando su teoría y aplicándola en la narrativa colombiana reciente, y de esta manera ahonda en las nuevas propuestas novelísticas nacionales que según Luz Mary Giraldo, se destacan por abordar temáticas como el escepticismo, la complejidad de hombre urbano, la visión de ciudad y reconoce que la escritura como tema y problema es recurrente en la más reciente producción novelística, que ha incluido estrategias como la autoconciencia y la metaficción entendida por Mc Caffery, como una escritura ficcional autónoma que llama la atención de manera sistemática y consciente sobre su carácter de artefacto, con un objetivo: hacer surgir interrogantes acerca de las relaciones entre ficción y realidad. En esta línea se puede ubicar Jaime Alejandro Rodríguez, quien reitera que la estrategia es una característica de la ficción posmoderna, empleada enfáticamente al igual que la intertextualidad.

La metaficción en palabras del crítico colombiano es: “aquella que cuestiona su hacer-saber-el-mundo (esfera cognoscitiva) y plantea nuevas funciones y competencia” , que permiten cambiar el tradicional énfasis de la función narrativa, para empezar a destacar su saber-hacer (esfera manipulatoria) y su hacer-ser (esfera operatoria), como nuevos mecanismos que conducen a la reflexión sobre la manipulación del lenguaje y el proceso creativo de una obra literaria. De ahí que se utilicen recursos como:

la sobreintromisión del autor, la presencia visible del narrador, la estructura de las cajas chinas, experimentos tipográficos, listas absurdas, retorno infinito, la intertextualidad, la equivalencia entre realidad y ficción, el hurto selectivo y explicito de otros textos, dramatizaciones explicitas del lector, la combinación de artes y géneros, y la autoconciencia materializada en la inclusión de crítica literaria .


Lo anterior, implica la ruptura y el cambio de competencias narrativas y lectoras habituales tanto del escritor como del lector. Este último, tiene un papel primordial que le otorga la metaficción, porque le permite estar frente al proceso de creación. En este sentido, la ficción postmoderna metaficcional exige a un lector que construya o deconstruya el texto artístico. Es decir, que ya no debe atenerse “a la búsqueda del sentido y la estructura” , sino debe enfrentarse de otras maneras con lo literario. Al respecto Rodríguez señala que:

En consecuencia, lo que estaría en juego en la literatura postmoderna, es hacer del lector un productor de textos, es decir, la promoción del lector-creador, el entendimiento de la escritura como creación de mundo, de vida, argumentos y memoria .

Para ampliar el tema, Rodríguez considera que la literatura postmoderna “opera bajo la consecuencia de una estética de las fuerzas, según la cual, la obra la hace el lector”, por eso, se requiere que este posea mayores y nuevas competencias. Según el crítico, dichas competencias permiten dejar a un lado el acostumbrado continuum y la función performativa de la literatura:

Ahora la novela postmoderna sabe que la estética de la presentación ha recortado la comunicación de estas fuerzas, ha falseado el continuum y ha generado un lector pasivo, tal vez temeroso. Sabe que debe combatir estos hábitos, que debe zafarse y zafar al lector de compulsiones performativas…así que, de un lado, la capacidad de la obra se amplía potencialmente, y esta dinámica puede generar, en contra de lo que pretende, ya no el mutismo de un lector pasivo .


En palabras de Rodríguez, el abandono de la actitud performativa en una obra literaria se logra a través de la autoreferencia que ha comprendido las siguientes perspectivas: “como exposición y denuncia del esquema comunicativo de la producción artística (metaficción), ya sea presentando el proceso y sus fracturas, ya sea a través de una metaforización de sus procesos, o como esa negativa del arte a utilizar la referencia inmediata (realismo)” .

De ahí, que la metaficción, como modo de ser de los relatos postmodernos, además de poner al lector en una dinámica de posibilidades imaginarias y creativas, implica nuevas formas de escritura, siendo así como la ficción no está obligada a obtener una exactitud formal o restringirla al simple sentido peformativo, sino que a través del empleo de diversas estrategias como la fragmentación , la destrucción de la trama, la alternancia de planos, la técnica de las cajas chinas en la que se pueden encontrar textos unos dentro de otros, se asume diferente el texto literario.

Es importante decir que la metaficción se ha estudiado bajo procedimientos como la autoconciencia. Rodríguez, indica que este rasgo metaficcional dentro de la literatura colombiana, tiene sus antecedentes en La Vorágine y De Sobremesa. Por su parte, Pineda Botero, sustenta que esta práctica se viene imponiendo en la novelística nacional a partir de obras como Que Viva La Música, Sin Remedio y Las Puertas del Infierno.

En relación con lo mencionado, Jaime Alejandro Rodríguez en su texto “Examen de la metaficción en algunas novelas recientes” , estudia las expresiones de autoconciencia en las obras La otra selva, Transplante a Nueva york, La muerte de Alec y La ceniza del Libertador. Con ellas explica que la autoconciencia entendida como la capacidad de autoreflexión sobre el proceso de construcción de ficción, que se realiza al ser consciente del proceso y que el autor del relato lo deja explicito en el texto, manifiesta el sentido de la literatura en la vida del individuo y además permite ver los problemas que enfrentan los escritores en su acto de escritura. Debido a esto, se puede plantear la escritura como tema y problema que es una preocupación central en la literatura metaficcional.

Uno de los rasgos que hacen interesante el fenómeno metaficcional es la asimilación del discurso teórico o crítico dentro del mismo proceso creativo, tal como se puede observar en la novela Debido proceso. Este recurso es para Carlos Javier García un aspecto que se caracteriza porque la novela puede contener en si una teoría o una explicación cabal de sí misma, puesto que siempre postulará una teoría sobre la novela que incluye su teoría, o una teoría sobre la novela.

Un elemento importante al que apuntan la mayoría de los críticos respecto a las características de la metaficción, son las relaciones entre la realidad y la ficción. Ana Dotras llama a este recurso antirealismo: “contrariamente a la novela realista, la novela metaficcional presenta la dicotomía entre la realidad/ficción” .

Siguiendo con sus planteamientos, sobre las expresiones de metaficción, considera que la escritura planteada como una equivalencia entre la vida y la literatura, es un rasgo pertinente del procedimiento. En este aspecto lo real es el lenguaje y la realidad es un tejido de signos.

En términos generales, se puede decir que la metaficción es un procedimiento composicional en el cual, la obra reflexiona sobre su propio carácter ficticio articulando la escritura autoconsciente de una obra dentro de otra. De igual manera, se incluyen nuevos recursos necesarios para atender a otras formas de escritura y de recepción. En este sentido, exige a un lector que acepte ser el cocreador del texto literario. Así mismo se puede decir que a través de esta estrategia se abordan temáticas como el sentido del quehacer literario en la vida del ser humano y los problemas que enfrenta el escritor para hacer realizable su obra.